La gestión económica, el gran reto de las redes de trabajo

Sesión nómada de eGruyère, red de trabajo

Ya lo he vivido varias veces. Estar semanas o meses trabajando con otros en perfecta armonía, y que entre el dinero en juego: porque un encargo se acaba y hay que cobrarlo, porque se ganó un concurso y hay que recibir el premio… De pronto, lo que minutos antes era todo confianza, ganas de aportar y buen ambiente, se ve invadido por oleadas inesperadas de recelo, desacuerdo y un claro ensombrecimiento del ambiente. Del paradigma de la colaboración y la generosidad se salta de pronto, en un pequeño pero significativo vuelco, al demasiado conocido de la competencia y el egoísmo. No me atrevería a generalizar, pero creo que este es uno de los puntos débiles del trabajo en colectivos o en redes: la gestión económica se complica y se ve desplazada fuera de los principios que envuelven el resto de la actividad, convirtiéndose a la vez en un mal necesario (para el grupo) y un bien codiciado (para el individuo). Al menos esa es mi experiencia; si hay alguien que esté trabajando de una manera «distinta» y haya logrado salvar este asunto, por favor que me lo diga y quedamos para hablar y arrancarle el secreto entre cañas.

Pues bien: hace poco, en eGruyère, finalizamos un taller relacionado con un proyecto común a varios miembros de la red, y nos pusimos a la –supuestamente grata– tarea de cobrarlo y repartir los beneficios. Rápidamente se abrieron varios frentes de resolución poco clara:

  • No participaban sólo las personas habituales de la red, sino también algunas de más allá, haciendo evidente la dificultad de marcar límites y planteando un conflicto de gestión de medios, recursos, permisos de acceso y transparencia variable en la información. Esto, que se puede resolver de varias formas cuando hay un «dentro» y un «fuera» claros como en empresas y colectivos, es un tema crucial en redes de trabajo informes y extensibles. Pero esto merece un post, o varios, aparte.
  • El segundo asunto a resolver fue el de la legalidad. Dado que eGruyère no tiene forma legal reconocible –de todas maneras no hay una forma legal en España para una «red distribuida y abierta de trabajo colaborativo»– ni por supuesto una forma de gestión económica/fiscal en correspondencia, esto se liquidó asumiendo la gestión de todo a través de una sola de las partes implicadas, una empresa o un autónomo dados de alta y reconocidos legalmente. Un parche delicado y en parte alegal sobre el que tendremos que volver en otro momento y otro post.
  • El tercero, el del reparto en sí de los ingresos. Con el problema añadido de no haber dejado del todo claras –y bien escritas– las condiciones de colaboración desde el principio, llegamos al punto de no retorno en el que el dinero estaba al llegar y teníamos que decidir cómo distribuirlo. Este último punto me gustaría comentarlo un poco más aquí.

En el caso que comento, el tema se saldó sin pena ni gloria, con el sencillo –y casi siempre injusto– principio del reparto igualitario: el total neto se divide entre los que somos, y tocamos a lo que tocamos. Una solución típica, que resulta ser ideal… para dejar a la gente con la boca cerrada pero no del todo satisfecha. La incomodidad que supuso esa parte del proceso en el grupo nos hizo plantearnos este tema como un asunto fundamental a resolver para el futuro.

¿Cómo distribuir los ingresos en un grupo de gente diferente, que ha trabajado de forma distinta? Si lo intentamos hacer proporcional al trabajo y a los méritos, ¿cómo evaluamos ambos? ¿Llevamos la cuenta de las horas dedicadas? Y para hacer ello, ¿confiamos en que cada uno lo haga bien, o ponemos algún tipo de control? ¿Cómo incorporamos el resto de aportaciones menos mensurables, como la calidad del trabajo, el conocimiento aportado, el compromiso, etc.? Se nos abrió un campo de trabajo interesantísimo que no sabíamos muy bien cómo abordar, lleno de soluciones ya probadas pero no demasiado satisfactorias.

Esbozando la complejidad estructural de una red de trabajo

En ese momento, una de las claves del asunto apareció como por casualidad: uno de los compañeros comentó que debido a su baja participación prefería renunciar a su parte. Fue un momento sorprendente, ya que por lo general el reparto del dinero parte de la base de que todos buscan llevarse la mayor parte posible, principio que se desmontó de forma instantánea. La respuesta que se le dio en aquel momento fue más espontánea que meditada, pero aportó el ingrediente que faltaba:

«Acepta lo que te toca, y si crees que es demasiado, nos invitas al resto a unas cañas, lo reinviertes en algo común, se lo das a una persona que pienses que se ha quedado corta en su reconocimiento por el trabajo que hizo, o lo donas a algún proyecto que intente hacer de este mundo un lugar mejor. Lo que se te ocurra y te apetezca.»

Esta conversación abrió de pronto un frente inesperado: descubrimos que podíamos afrontar este proceso de distribución desde la generosidad

En eGruyère mantenemos desde entonces un hilo de reflexión al respecto, un debate interno –bastante tenue, eso sí– que nos encantaría compartir con otros colectivos, redes, plataformas y estructuras de trabajo similares, que requieren nuevos modelos económicos en resonancia con los principios que hay detrás: colaboración, empatía, flexibilidad, descentralización, transparencia…

Valga esta entrada para lanzar el debate a la red, y en breve publicaré un par de experiencias-hallazgo que, si no son soluciones maravillosas y definitivas, sí que señalan caminos que merece la pena recorrer.

Update: Si quieres participar en una charla sobre este tema, se está organizando aquí.

27 comentarios

Miguel Villegas 1 noviembre 2012 Contestar

Estaba leyendo y ya me crujía los nudillos con cara de malo… (no se si conoces mi punto de vista respecto a los colectivos, pero no soy muy creyente).
Cuando enunciabas el problema me he acordado de esas situación tan estupenda en la que sales con amigos/conocidos a cenar, tu te pides una tapa y una caña y el de al lado tuyo pide tres platos y postre y al terminar dice… «vamos a escote ¿verdad?»…
Ahora, he de confesar que vuestra solución me ha dejado gratamente sorprendido. Confirma los argumentos de algunos compañeros acérrimos defensores de estos modelos. Sigo sin creer a ciegas en ellos, pero bueno… nosotros tratamos de ser generosos y predicar con el ejemplo, pero no confiamos/esperamos que otros lo sean. Si lo son, bienvenidos, si no, a seguir…

Jorge 1 noviembre 2012 Contestar

Yo soy parcialmente «creyente», pero nunca a ciegas, de esos otros modelos de trabajo conjunto (por no decir «colectivos» a secas), creo que tienen mucho que aportar, pero también mucho que demostrar. Y que hay que experimentarlos para entenderlos y poder mejorarlos.

Una cosa me llama la atención: tantos años con colectivos en marcha, y sigue sin generarse ningún tipo de conocimiento (colec [wait for it] tivo) sobre este asunto. Cada vez que se crea uno parece que tenemos que aprender estas cosas desde cero. Así nunca van a llegar a ser entornos profesionales viables.

El ejemplo que pones de la cena me encanta, es totalmente cierto. Al no ser contemplada como parte del todo (claro, ¿a quién le apetece pactar la forma de pago antes de tomarse unas cañas?), la economía entra y enturbia todo el buen rollo.

Aclaro que lo nuestro, más que una solución, es apenas un hallazgo, muy inicial pero prometedor. 

Manu 13 noviembre 2012

Hola Jorge he estado de viaje y cuando llego me encuentro con un temazo en la red digital. Tanto tu artículo como el de Dome me parecen super convenientes y quiero leerlos despacio. A veces me pasan estas cosas de empezar por el final y he leído los comentarios de la cena, es tremendamente oportuno. Voy a atreverme a participar con un comentario antes de haber terminado todo el artículo para comentaros una cosa de las cenas.

Vengo ahora de Bilbao, donde he compartido potes y pintxos con amigos de aquí y de allí. Uno de estos amigos es Iñigo Calvo un economista que ha trabajado en la empresa privada, en el sector público y en la universidad. Para mi un referente en temas de economía. Este tipo nos contó el caso económico de las cuadrillas en Bilbo. Grupos de amigos de toda la vida, que siguen viéndose al cabo de muchos años. Iñigo había construido una teoría económica que demostraba como los procesos de crear un bote para las cenas y los pintxos si se miden en el plazo corto de tiempo siempre son asimétricos. A veces uno pone los 20 euros y se va a la media hora… A la vez Iñigo demostraba como en relaciones longevas en el tiempo, los botes de las cuadrillas mediante un sistema emergente y sin planificar, tienden a compensarse absolutamente. Por supuesto hasta esas compensaciones han de existir confianzas especiales, intereses comunes, afectos, etc…

¿Puede ser a bote pronto una anología con estructuras económicas de la red?

Jorge 13 noviembre 2012

¡Hola, Manu! Genial lo que cuentas de Iñigo Calvo (¡hay que invitarlo al debate del jueves 22!), intuitivamente me cuadra su teoría. A mí también me parece un ejemplazo con el que comparar, y desde el que explorar el tema económico; de hecho podría decirse que es un ejemplo de economía desde la generosidad en la medida en que cada uno acepta esos desfases a corto plazo en favor de la construcción a largo plazo de un (mini-)entorno socioeconómico que acaba siendo justo. También es, en ese sentido de «apuesta personal» que tiene, una forma de economía desde la confianza.

Me alegro de verte en la conversación, me juego un pintxo a que desde Zuolark tenéis unas cuantas experiencias jugosas que compartir ;)

Ester 1 noviembre 2012 Contestar

Yo nunca pensé en #eGruyere como un colectivo. Es más bien una red de autoayuda, no? En cualquier caso, el «hallazgo» creo que es bueno para cuando un grupo de personas que no comparte una estructura económica tiene que repartir beneficios o gastos en un proyecto común.

Se me ocurre que haría falta que cada uno tuviera cuenta de sus aportes y de los demás, ¿te acuerdas de cuando intentamos hacer una «hucha»?

Hoy en día con la hucha de la SS tan de actualidad sería otro «hallazgo» a analizar

Miguel Villegas 1 noviembre 2012 Contestar

Creo que vuestro hallazgo se basa en la generosidad, que debería ser una constante, pero no es ni asumible.
«Queda feo» hablar de como repartir antes de empezar a trabajar, pero creo que es muy, muy necesario. Y sobre el tema de generar una base de conocimiento me parece muy interesante, y espero que se genere por sucesión lógica de acontecimientos… 

Jose Enrique 1 noviembre 2012 Contestar

Celebro gratamente tu escrito y tu experiencia, realmente es profundamente interesante lo que dices y como lo expresas, la humanidad aún está en pañales y parece que nos faltan siglos para salir de este agujero en el que lo que llamamos «dinero» nos tiene sumidos.
Ansío el día en que la gente deje de relacionar el dinero con la vida, dejemos de ser esclavos y podamos disfrutar de la vida en si misma y con ella la interelación de producción y desarrollo entre todos nosotros, al hilo de tu escrito, la solución real al problema, si hablamos a nivel global se llama «Renta Básica Universal» que al fin y al cabo es el parche llamado «generosidad» que habéis aplicado.
La «Renta Básica Universal» se entiende a una disposición de dinero por parte del estado (Todos nosotros) a las personas cuya única obligación en esta vida sea gastarlo integramente hasta la siguiente recepción de dinero, con lo que facilitariamos el fluir del dinero, la gente podría desarrollarse sin temor al futuro y los que decidierán trabajar serían los únicos con dinero propio para ahorrar o hacer grande inversiones y que agradecerían a los que no trabajan que invirtieran en sus productos, sean estos materiales o culturales.
Pero claro para que algo así (tan provechoso para la generalidad del ser humano) pudiera imponerse, el neoliberalismo implacable actual debería de ser derruido que es precisamente el que crea esas dificultades basándose en la codicia y egoismo del ser humano y por lo tanto estratificando a la sociedad actual, creando esclavos y amos….

Bien es cierto que queramos o no queramos vivimos en esta sociedad a medio camino entre la Edad Media (Amos y sirvientes) y la «Siguiente Edad» («Internet Libre») y la educación y los miedos de los seres humanos aún deben ser liberados…
Solventar estos problemas en este medio camino, se hace complicado por la diversidad educacional de los miembros del problema, premiar a escote es la solución más absurda e inteligente a la vez cuando existen variables tan particulares en cada uno de los miembros…
Dejar claro a cada uno de los miembros que el Dinero es un sistema injusto totalmente desde la base, por que es imposible equilibrar matemáticamente la emocionalidad de diferentes individuos de un proyecto particular, se ha de partir de algo que les importe a todos como la continuidad de #egruyere y de sus miembros… y a partir de ahí negociar generosamente….

Saludos.

Jorge 1 noviembre 2012 Contestar

Ester, totalmente de acuerdo contigo en que #eGruyere no es un colectivo, me gusta tu descripción si a «autoayuda» le añades una dosis de «mutua».

Jose Enrique, coincido contigo en lo fundamental, pero le daría la vuelta a una cosa que has dicho: creo que es la Renta Básica Universal la que es (sería) un «parche» en comparación con una auténtica economía de la generosidad. Justo comentaba en el post que la «distribución igualitaria» me parece potencialmente (incluso intrínsecamente) injusta.

Por eso me encanta que la idea de la generosidad apareciera de forma espontánea, viva, sin seguir un modelo intelectualmente prefijado. Dejemos que la realidad supere nuestras expectativas…

Jose Enrique 1 noviembre 2012 Contestar

Bueno Jorge… es importante ahondar en los terminos generosidad, y realidad para poder llevar una posible solución a la problemática a resolver.
Yo acepto tu idea de generosidad si tu aceptas que con tal grado de generosidad en el mundo el dinero sería totalmente inservible, lo cual para mi sería una alegría, pero no solo destruiríamos el dinero habria más cosas a destruir en ese mundo tan generoso planteado… ¿Que más destruiriamos?
Si bien es cierto que comparada mi idea con la tuya la mia es un mero parche a la verdadera solución que es la tuya, si la mia es complicada de instalar y la avalan muchos planteamientos economico-sociales, la tuya… no se… losiento me cuesta ser tan magnánimo.
 

Marta (insultarte) 2 noviembre 2012 Contestar

Coincido con Miguel, pero yo diría que no hace falta hablar de como repartir antes de hacer el proyecto, sino durante las fases del proyecto.
Es necesario hacer un presupuesto estimativo del proyecto antes de empezarlo. Pero debe ser complementado durante cada fase, anotando los gastos de cada fase. Cómo? por horas, sueldos mínimos interprofesionales, etc. Debe ser hecho con honestidad por cada miembro de la red. 
Esto debe permitir que al llegar la pasta se sepa cómo repartirla. Por que podemos ver las tareas y sus gastos , durante la producción del proyecto.
Ahí cabe la generosidad también, puedes aportar trabajo que no quieres cobrar. Aportaciones si, pero valoradas. Es la única manera de calcular el coste real en el mercado de tu proyecto. 
Muy interesante como habéis resuelto, y el planteamiento de trabajo que tenéis.
Saludos

Lorenzo Barnó 2 noviembre 2012 Contestar

 
Gracias, Jorge, por el post; muy claro y que pone un tema crucial encima de la mesa. La “trastienda” de la arquitectura o de los colectivos es tan importante o más que la cara bonita que normalmente enseñamos.
 
Nosotros desde Sinergia Sostenible, vivimos situaciones parecidas; de hecho, con Jorge ya estuvimos hablando hace poco algo de esto con unas cañas de por medio.
Tema complicado, y que nosotr@s solemos resolver con lo que, como apuntas en el post, suele ser una solución que permite avanzar y que nadie este muy descontento: en general, repartimos a partes iguales.
 
Cada tiene unas horas mínimas que meter al día en  favor de la asociación, con revisión cada tres o cuatro semanas en reunión física para saber lo qué hemos hecho (un poco en la línea que apunta Marta). A parte, tenemos varios canales digitales para comunicarnos.
A partir de esas horas comunes, si sale un proyecto nuevo se ve quien está interesado en participar y se intenta que todos metan las mismas horas en él. Evidentemente, no es algo matemático, pero suele funcionar bien. Llegado este punto, las ganancias (aunque sean mínimas) se reparten entre los que han trabajado en él. Es cierto que, a veces aparecen otros “agentes” que también colaboran con nosotor@s y puede haber más lío. En esta situación entra la generosidad y sentido común para salir del paso.
 
En el caso de Sinergia Sostenible, la asociación es una figura totalmente legal que cobra, gasta, emite facturas… y luego cada uno de nosotros, como autónomo, cobra lo pactado.
De todas formas, me parece apropiado el ejemplo que pone Miguel, pues la realidad manda y, a veces, hay gente con un sentido común muy particular.

Jorge 2 noviembre 2012 Contestar

Lorenzo, gracias por compartir vuestra forma de funcionar. Dos cosas me parecen especialmente  significativas: la necesidad de una revisión continuada, como dice Marta, y el hecho de que la forma legal no es una empresa sino una asociación. Algo que permite que vivamos de nuestro trabajo, pero sin el ánimo de lucro que habría en una empresa. Creo que son dos hallazgos importantes a considerar para cualquier otra iniciativa similar.

Claro que el segundo punto es especialmente complicado de seguir cuando hablamos de una «red» y no de un grupo definido. Constituirse como asociación pone un límite, un dentro y un fuera que puede no corresponderse con la gente implicada en cada proyecto, y además se convierte en una «infraestructura» común a mantener, que no permite la disolución del grupo. Este aspecto está completamente por explorar en #eGruyere, y hace referencia al punto dos que comentaba en el post.

Michael Moradiellos 5 noviembre 2012 Contestar

Hola Jorge, me parecen ajustadas estas reflexiones y desde luego problematicas, sabiendo que seguimos hablando de colectivos de arquitectos y de los problemas que tienen de hablar de dinero, sea antes o despues de los trabajos. Aunque es un momento dificil, yo aconsejo siempre hablar del tema economico antes de empezar, viendo los intereses de cada uno y la dedicación que pueden aportar. Luego es hacer un sistema variable en el cual el que de repente ha tenido que hacer más de lo previsto, o menos, pueda comunicarlo y de esta forma ajustar los ingresos de cada uno. La forma de controlarlo es el punto agudo, pero lo mejor es no controlarlo y basarse en lo que valora cada parte.
En Lateral Thinking Factory estamos desarrollando un modelo de trabajo profesional en red en el cual estipulamos una cuota economica por dia de trabajo razonable, diseñamos un presupuesto para el cliente con los dias que piensa poner cada uno, y luego generamos un margen que nos permite dos cosas: trabajar más de lo prometido si el projecto lo necesita, y por otra parte distribuir el margen segun un reparto pactado al inicio. De esta forma se valora el trabajo de cada uno pagado decentemente, y si queda beneficios se reparten de la forma consensuada.
Una comunidad de trabajo esta basada en la confianza mutua, por lo cual es importante instalar los mecanismos que permiten asegurar la confianza a lo largo de todas las etapas de los trabajos a realizar conjuntamente, sino esa confianza se rompe, y la comunidad ya no tiene sentido.
La empresa que creamos tendra forma de cooperativa de profesionales, y el modelo de trabajo esta construido sobre la confianza de cada uno de sus participantes. Yo creo mucho en este modelo, y esta funcionando con expertos «maduros» que nada tienen que ver con el mundo colaborativo actual, pero entienden el objectivo.
La otra cosa que me gustaría añadir es que es necesario generar beneficios, para luego definir lo que hacemos con ellos. Un ejemplo es la empresa TOMS, que ha desarrollado una structura que genera beneficios vendiendo zapatos para que puedan dar zapatos a niños que no tienen, porque cada vez que compras un par, TOMS da otro a un niño que no puede tenerlos. El dinero no es algo «malo», todos lo necesitamos, y al final cada uno decide lo que hace con el, desde lo personal o lo colectivo.

Jorge 5 noviembre 2012

Hola, Michael. Buena aportación.

Lo de prever un margen sobre la estimación del trabajo/honorarios, como sobre cualquier otra estimación, es un buen apunte, y casi siempre razonable.

La cooperativa de trabajo asociado como estructura empresarial a mí me encanta, estuve un tiempo ahondando en su funcionamiento y me pareció alucinante que algo así esté legalmente reconocido y a la vez sea tan poco aprovechado. El caso es que, como en cualquier otra empresa, formar una cooperativa supone poner un borde claro al grupo de trabajo, es decir, que sólo funciona cuando ese borde es evidente y durable, cuando el grupo de trabajo está establecido y comprometido. La experiencia que tenemos en Alicante es otra: parece ser que muchos estamos demasiados sueltos como para «cuajar» como empresa y seguir unidos mucho tiempo. En su lugar, el «aglutinamiento» y el compromiso se producen de forma variable alrededor de proyectos, y la confianza, en este caso, diría que «flota» en la red y es el principal componente de los enlaces entre las personas. En este contexto, mantener infraestructuras, estructuras de empresa y formas de gestión fijas se convierte en poco menos que imposible, salvo que sean tan mínimas que puedan quedar «sueltas» por la red.

Lo de tratar de generar un superávit para poder luego utilizarlo (reinvertirlo) es un punto interesante también, de hecho, es de ahí de donde puede salir con más facilidad la «economía de la generosidad» que andamos buscando.

¿Te apuntas al hangout? He añadido un enlace al final del post.

Michael Moradiellos 5 noviembre 2012 Contestar

hola Jorge,
lo de los bordes del colectivo lo entiendo, lo que pasa es que ninguna organización ha sobrevivido sin que haya un líder/motor/organizador/lo que sea.. que consiga la cohesión necesaria para su estabilidad en el tiempo. Para que el modelo de cooperativa funcione, y la verdad es que en lo practico es muy parecido a la SL, es necesario disponer de un tronco estable que lleve el día a día de la organización, contando con los elementos sueltos para cada proyecto según las ganas de cada uno. Un asociación también requiere de un presidente, vice presidente y secretario, que al final son los que llevan las cuentas, organizan las reuniones y llevan los temas administrativos.
Si queréis resolver las cuestiones que has expuesto en tu post, veo dos opciones: establecer una estructura con el compromiso de los que quieran, siempre dejando espacio para los demás, o sea montar algo serio; o buscar una estructura que os permita seguir igual y disponer del apoyo para las cuestiones no resueltas.
Toda organización de personas necesita acuerdos mínimos y una estructura que les permita llevar a cabo sus fines. No creo en asociaciones esporádicas de personas sin una plataforma que crea el momento oportuno para esta colaboración.

Jorge 6 noviembre 2012 Contestar

Por supuesto, no pongo en duda que para que se mantenga una empresa, cooperativa u organización (y también colectivo) hace falta una estructura. Por eso estamos probando otro camino: no intentar ser nada de eso.

Lo que estamos buscando en #eGruyere es más parecido a lo que llamas «una plataforma que crea el momento oportuno para esa colaboración», pero con la idea de que esa plataforma sea mínima, el «mínimo común», para minimizar también la necesidades organizativas y de infraestructura y que no haya que «darle de comer» para que siga funcionando. Para mí la pregunta sería: ¿Cuál es la unidad mínima que puede mantener conectada y en relación de confanza a una red de profesionales? Pero con esto ya nos vamos un poco del tema.

Michael Moradiellos 6 noviembre 2012 Contestar

Para volver al tema del post, creo que la unidad minima se compone de tres cosas: compartir valores y vision (que hay que definir colectivamente, y puede variar en el tiempo), compartir recursos (tiempo, espacio, creatividad y dinero) y un animador/gestor responsable de la cohesion de la plataforma (animador puede ser varias personas, pero tienen que estar coordinadas para no marear al resto de los participantes). Si encontraís otra forma estaría encantado de conocerla.
También es importante ver el punto de vista del cliente/usuario final al que ofreceis un servicio, necesita tener un interlocutor con el cual intercambiar. La forma de generar el trabajo es importante, como es percibido por el usuario final lo es más, ya que de eso depende que crezca la plataforma.

Jorge 9 noviembre 2012 Contestar

Hola, Michael. Me gusta el resumen que haces de esa «unidad mínima», totalmente de acuerdo en que es necesario compartir valores y visión, y recursos. La parte del animador/gestor en la práctica es cierta también, aunque a mí da que pensar que al final el responsable de la cohesión de una plataforma tenga(n) que ser siempre una(s) persona(s) concreta(s). Y ese papel se difumina más cuanto más potentes sean las dos componentes anteriores, es decir, cuanto más haya en (el interés) común.

La última cuestión que comentas es la misma con la que acaba Dome en su último artículo. Lo del interlocutor me preocupa menos, porque al final, incluso en una empresa, el interlocutor acaba siendo una persona. Nadie habla con una marca. Pero sí es cierto que «sin marca» ya no es tan fácil «vender» de la misma manera. Habrá que ir encontrando la forma de que la confianza generada en la red de trabajo trascienda más allá de ésta y se haga visible al exterior. Y aprovechar características propias de las redes de trabajo como el «para lo que necesites, montamos a medida el mejor equipo posible».

Michael Moradiellos 12 noviembre 2012 Contestar

Hola Jorge,
estos temas me son bastante familiar porque es lo que estamos haciendo desde Lateral Thinking Factory. Hemos trabajado año y medio en crear la marca, con proyectos destacables, desarrollo de organisación y definición de la visión de empresa, y pronto lanzaremos un modelo de trabajo colaborativo bajo la marca y metodologia que hemos definido para trabajar con expertos en red. Nuestro punto fuerte es que cada experto puede ser interlocutor si se hace cargo del projecto, con un modelo de organisación y reparto de honorarios interesante. Esperamos lanzarlo en nuestra red cercana a finales del año. A ver si prende la chispa…

Ana E 21 noviembre 2012 Contestar

Hola a tod@s,
Primero enhorabuena Jorge por poner sobre la mesa temas que con la crisis nos conciernen a todos. Es decir, antes era muy fácil dedicarte a «proyectos emocionantes» de una manera altruista porque contábamos con ingresos en otro trabajo estable o con una red familiar que nos apoyaba. De otro lado, nos hemos «acostumbrado» a trabajar en equipo, a generar redes que sabemos que «sinergian» cualquier proyecto. Como bien dices, ahora toca demostrarlas.
Lo cierto es que el término generosidad me chirría por todos lados. Tal vez por la connotación voluntaria que tiene e incluso diría positiva. Me parece que el hecho que cuentas en el post tiene que ver más con la responsabilidad y la honestidad de la persona que se ofreció a no cobrarlo. No es «generoso» porque no está regalando nada, siemplemente está haciendo recuento del trabajo que ha hecho y compensándolo económicamente con lo que cree que se merece. ¿Cómo se mide la generosidad?
De otro lado, el concepto del que habla Manu de cuadrilla del norte me parece significativo en cuanto a que habla de compromiso. Muchas veces me sorprende que mujeres de 55 años sigan quedando con «la cuadrilla» que se hicieron en un tiempo que correspondería al 5% de la línea de su vida. ¿Pensáis que seríamos capaces de comprometernos para tanto tiempo? Otro lugar que «demostrar» o investigar, o como dice Loreno, revisar cada cierto tiempo: qué compromiso y cuánto tiempo de compromiso.
Bueno, yo me apunto al debate porque me parece que este tema tiene fuego ;)
saludos y besazos

Jorge 23 noviembre 2012 Contestar

La palabra «generosidad» ha generado debate, jeje. Sobre todo porque se refiere más a una experiencia que no se cuenta en esta entrada.

Yo sí creo que es adecuado hablar de generosidad, aunque sea como la sensación que provoca un gesto como el comentado. Simplificando mucho, diría que hay dos gestos o impulsos opuestos, uno centrípeto (hacia uno mismo) y otro centrífugo (desde uno hacia lo demás). Llámalos como quieras. La responsabilidad y la honestidad son cosas que están o deberían estar en el medio, regulando ambos impulsos.

Mi impresión es que habitualmente en la gestión económica domina el primero (cada uno busca obtener algo) y me parece un camino muy enriquecedor intentar pensar formas de hacer que favorezcan el segundo impulso (que cada uno busque aportar algo). Aunque sea para compensar.

El gesto que comentaba arriba es centrífugo (cede algo) y además, justo como dices, voluntario y (hablando de sensaciones) totalmente positivo. Yo sí creo que ahí entró en juego la generosidad: renunciar en favor de otros a algo que te ofrecen es tan generoso como cogerlo y luego darlo.

Y ese es el impulso que intentamos recuperar en la experiencia que contaba hoy en la charla.

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