El modelo socioeconómico que hay detrás

Hace unos años comencé a interesarme por el lado social de la arquitectura: las interacciones humanas que tiene detrás. Los motivos que llevan a la construcción, las diferentes formas de gestión, los agentes implicados, los beneficios que determinadas formas de hacer arquitectura aportan (o niegan) a los usuarios, la relación técnico-usuario, etc.

El caso es que una de las primeras reflexiones que me surgieron fue acerca del modelo socioeconómico que subyace en distintos tipos de proyecto, y la quería compartir aquí porque por alguna razón ha salido en dos tres conversaciones distintas separadas por apenas unos días, y me ha parecido oportuno aprovechar la «casualidad». Este artículo está escrito hablando de proyectos de arquitectura, pero puede aplicarse a casi cualquier tipo de proyecto en cualquier ámbito, así que sustituid «arquitectura» por lo que prefiráis.

Para empezar, digamos que el carácter de todo proyecto puede descomponerse a nivel general en dos componentes imprescindibles para que se lleve a cabo: el impulso y la estructura.

Impulso
Llamo así a la intención promotora del proyecto, la iniciativa que lo echa a rodar, la energía direccional que está detrás de él, la actitud que lo impulsa y guía.

Estructura
Aquí me refiero a la forma de gestionarlo, de hacerlo avanzar, de desarrollarlo. Es el conjunto de medios, herramientas y recursos empleados, el formato de presentación y funcionamiento.

Por otra parte, podría decirse que hay distintos parámetros que afectan más al modo de funcionamiento de un proyecto, a su “tipo”, por su relación con lo externo. Los que he elegido son en cierto modo complementarios y representativos: lo social y lo económico.

Modo social
Un modo social de hacer las cosas es por lo general aquel que está supeditado al interés y beneficio del grupo. Podríamos decir que es la “parte altruista” de cualquier proyecto.
El modo social es incierto, difícil de controlar y cuantificar, espontáneo, imprevisible, pero con una gran fuerza de empuje y un enorme valor humano, además de ser un recurso inagotable, propio del ser humano. Está basado en relaciones positivas entre grupos e individuos, y muy oportunamente, se refuerza en situaciones de crisis.
Afecta y se plasma en lo perceptible, en el plano anímico y el sentimental.

Modo económico
Un modo económico de hacer las cosas es aquel que está ligado al interés y beneficio individual. Digamos, un poco burdamente, que es la “parte egoísta” del proyecto.
El modo económico es eficiente, razonablemente previsible, controlable y cuantificable, creado para funcionar de forma fija, con una robustez significativa que se pierde en situaciones de crisis. En estado puro, funciona ajeno a cualquier tipo de valores o principios de relación con los demás, y es la forma ideal de obtener beneficio sin considerar externalidades.
Sin embargo, es un modo puramente simbólico, un concepto irreal creado por el ser humano, fuera de toda percepción y ligado a la razón.

Juntando los cuatro parámetros salen cuatro combinaciones que como mínimo son dignas de ser tenidas en cuenta por todo arquitecto (o emprendedor en general) que esté interesado en comprender e incluso intervenir en las bases socioeconómicas de la arquitectura:

Impulso económico + Estructura económica

La arquitectura con estas condiciones se mantiene al margen de todo beneficio social, con lo cual no nos interesa. Todo su potencial y su potente estructura se ven dirigidos al beneficio individual, y caen en el vampirismo, el parasitismo, la explotación, la especulación sin ética.
Sólo hay un caso en el que este tipo de arquitectura tiene algún beneficio social: cuando lo económico se disfraza de social.
El problema es que esta arquitectura no responde a necesidades reales salvo que satisfacer éstas sea económicamente rentable. Por lo general, la oferta social nacida de lo puramente económico es una oferta artificial, creada, manipulada.

Ejemplos de este modelo: Centros comerciales, industria inmobiliaria actual, parques temáticos y similares…

Impulso social + Estructura social

La arquitectura con estas condiciones se mantiene al margen de todo beneficio económico.
Funciona por lo general apelando directamente al carácter comunitario, humanitario, solidario, a la conciencia y al sentido común, todos ellos principios muy relacionados con lo social pero muy poco estables o fiables.
Se necesitan grandes cantidades de energía para acelerar o hacer avanzar el proyecto. Presenta muchas pérdidas e ineficacias, y puede degenerar fácilmente, al mínimo roce o cambio en la actitud -inicialmente positiva- de los implicados, en la insostenibilidad económica y social.

Ejemplos de este modelo: Autoconstrucción, ONGs, voluntariado, acciones comunitarias desinteresadas, proyectos “por amor al arte”…

Impulso económico+ Estructura social

Cuando el impulso inicial es una inyección o promoción económica, la arquitectura arranca fácilmente, pero en falso.
La iniciativa económica inicial resulta ser el combustible equivocado para el motor social, para esa estructura de funcionamiento basada en principios sociales.
Degeneran en nada. La estructura social es incapaz de gestionar o mantener por sí sola el proyecto, y cuando la fuerza económica se agota, invariablemente muere también toda posibilidad de gestión social positiva.

Ejemplos de este modelo: Viviendas de protección oficial que degeneran, ayudas económicas malversadas, plan E…

Impulso social + Estructura económica

Cuando la energía impulsora, la iniciativa, es social, el proyecto comienza con “buenas cartas”. Y si desde ese impulso social se crea una estructura económica de funcionamiento –objetiva, eficiente, controlable, escalable-, el proyecto no sólo sigue adelante, sino que es capaz de auto-reproducirse, de multiplicarse y extenderse sin perder sus cualidades iniciales, que están almacenadas y recogidas de forma indisoluble en su estructura.
Si lo social inicia y controla, y lo económico mantiene, gestiona y reproduce, ambos modos dan lo mejor de sí mismos para crear una alternativa viable a los desmanes contemporáneos.

Ejemplos de este modelo: Hornos+viviendas del arq C. Levinton en Argentina, franquicias microsolares de W. McDonough, iniciativas de acceso a la vivienda en no-propiedad como la fundación Treuhandstelle (Alemania)…

Deberíamos empezar a plantearnos claramente estas cuestiones, y visto lo visto, comenzar a apostar por proyectos más cercanos al último modelo arriba comentado. Me parece, con diferencia, el más interesante y oportuno, y su potencial de mejora sociocultural y a la vez rentabilidad económica puede verse en numerosos ejemplos de lo que se viene llamando emprendizaje social.

Es probable que en la práctica esto conlleve unas dificultades añadidas al intentar conciliar lo que se vienen percibiendo como esferas excluyentes, pero al menos a nivel teórico yo lo veo cada vez más claro; si no tenemos problemas en cobrar por un proyecto falto de escrúpulos, ¿por qué dudar a la hora de cobrar por una acción positiva, vocacional y comprometida? ¿De verdad es mejor seguir creyendo en aquello de que el dinero es el dinero, y lo demás, para una ONG? ¿Qué opináis vosotros?

9 comentarios

JA 28 julio 2010 Contestar

Brutal, con ganas de hablar y registrarlo, porque saldrían conclusiones majas. Felicidades por cómo fuiste ordenando la reflexión que tuviste.
Creo que el tablero donde hemos estado jugando las últimas décadas de la humanidad no es un tablero ni eterno ni mucho menos estable. Es más, está mutando. El esto no es una ONG está empezando a ser una frase obsoleta, poco cool y hasta descontextualizada.
Huelo el grouyer de lejos, ¿lo hueles?.

JT 28 julio 2010 Contestar

Yo huelo gruyère bastante cerca, JA. Inminentemente cerquita. Y tengo que llevaros más queso fresco y rico que acabo de encontrar, para el próximo picnic.
Je, esta Revolución nuestra a veces me parece casi un guiño al simpático libro «¿Quién se ha llevado mi queso?», que habla sobre el miedo al cambio.
Gracias por tu comentario, me alegro de que guste la reflexión.

Amalio A. Rey 29 julio 2010 Contestar

Amigo Jorge:
Me encanta este tipo de reflexión que sugiere modelos para pensar mejor. Meterse en taxonomías siempre es arriesgado, porque implican alguna simplificación, pero tú lo haces bien. Es lo que pasa con cabezas bien amuebladas, que me consta que la tienes :-)
El par «impulso-estructura» me encanta, creo que es una pareja de términos muy sugerente. Podríamos darle muchas vueltas, creo que tiene tela. Voy a seguir pensando en ello, y de momento te la tomo prestada.
Ya que me has preguntado mi opinión, no sé si llamar «económico» al modo opesto o complementario al «social» sería lo más preciso. Habría que pensarlo más.
He estado mirando en tu taxonomía a la hora de combinar los dos ejes. Mis mayores dudas, supongo que tú las tienes también, se produce al sugerir que la combinación de «impulso social» con «estructura económica» es la mejor opción. No sé, es posible que esa mezcla termine no siendo coherente, y que la «estructura» económica fagocite o engulla el impulso «social».
Hay una vieja discusión al respecto. No sé si el «modo» de gestionar el proceso puede degenerar el «impulso» cuando no le acomoda: ¿eso puede ocurrir? Sospecho que la «estructura» no puede ser tan «económica» (en los términos que la defines en el post) si quieres mantener un auténtico «impulso» social. Lo mismo hay que buscar híbridos también en los modos de generar estructura.
Perdona el lio que me he hecho, pero seguiremos dándole vueltas al asunto, que es de mucho interés para los emprendedores sociales.
un abrazo, Jorge

La chiado 29 julio 2010 Contestar

Vaya, eres un gran regador de ideas…Me alegra ver cómo has cogido una de tus semillitas y la has manoseado y dado forma, ole tú.
Teniendo en cuenta que lo que has escrito es un boceto y que seguro que piensas darle más vueltas, te diría que coincido en que la última opción es la más esperanzadora, pero (igual que comenta el Sr. Rey) faltaría un «modelo híbrido» de estructura.
Supongo que lo social de un proyecto no desaparecería una vez puesta en marcha la máquina, pero estaría bien reflejar de alguna manera que en la estructura, lo social y lo económico deberían ir de la mano. Para no olvidar la perspectiva, vaya.
Pero bueno, seguimos hablando. A ser posible con cañatapa.
 

JT 29 julio 2010 Contestar

La verdad es que es buena vuestra observación común. Dan ganas de ir a mirarse emprendimientos sociales y ver cómo lidian con lo social y lo económico (no es que sean contrarios, pero sí que me atrevería a dejarlos como complementarios de momento).

Ahora que lo pienso, vuestra idea de socializar también la estructura se ve bastante claramente si comparamos una empresa normal, digamos una S.L., con una cooperativa de trabajo. El organigrama, la forma de funcionar interna de la segunda está pensado sobre valores claramente sociales: igualdad, colaboración, educación. Una persona = un voto, en lugar de más acciones = más votos. Cobras por tu trabajo, no por tu «rango». Funcionamiento asambleario/horizontal vs. funcionamiento piramidal. Etc.

Quizás habría que hablar de «impulso y soporte», dejando la «estructura» como algo intermedio, una construcción mixta que aúna unas bujías sociales y un combustible económico a través de distintos tipos de cilindros ;)

 

Mario 9 marzo 2011 Contestar

Grande Jorge! ! ! tengo muy claro las iniciativas a las que apuntarme, es más creo que las ofertas laborales deberían, obligatoriamente, llevar un encabezado con el titular de una de las cuatro categorías analizadas.   Bien, punto e intro, intro.  Ahora… todas las circunstancias cambian, se transforman en función de unos patrones convencionalmente establecidos y evolutivamente necesarios (en lo personal…profesional…etcétera) y el peso de las variables cambia de «gramaje» y la balanza va dando un tun…tun…que a veces se vuelve poco claro (por decirlo menos) en ese momento…creo que es super importante compaginar toda esta reflexión con LA SATISFACCIÓN.  ¿Cual de estos factores de análisis te pesa más? ¿cual de ellos te llena más? o simplemente empezar por el principio…¿los habéis probado todos en un ámbito profesional PLENO como para tener evaluación de ello?…uffff! ! ! !es muy gordo el tema! ! ! pero hay que darle caña! ! ! por lo pronto yo una certeza tengo, bueno, mejor dicho DOS! ! !
Voy super quemado del tema del dinero como patrón para medir el TRIUNFO! ! ! me pesa un HUEVO! ! ! que a lo mejor, luego, no es tanto, lo poco dispuesto que estoy para ello, en un medio tan radicalmente opuesto a mis intereses.  Y el segundo…lo escaso que me es encontrar gente con intereses afines a los mios, en un contexto generacional similar al mío.
nada ! ! !hay que seguir! ! !

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