OdlI: Los shelter shifters

Orfanato de las ideas es una sección de La Cajita dedicada a publicar ideas, proyectos, emprendimientos y diseños, descabellados o no, que se me ocurren de vez en cuando y que por lo general se quedan en un «podría ser». A lo más que aspiro con esto es a entretener, sorprender, divertir y en el mejor de los casos, quizás incluso inspirar una idea, una acción o un proyecto nuevo.

Es de sobra conocido (qué nos van a contar a los españoles) el problema de la segunda vivienda, esa que queda vacía durante la mayor parte del año, no por ello dejando de cobrarse un alto precio en términos paisajísticos o ecológicos.

Durante el año 2007 un grupo de arquitectos alicantinos describió este problema como una de las ineficiencias más grandes de la historia, y decidieron poner en marcha el movimiento [h]Estacional (habitante estacional), que posteriormente se ha ido internacionalizando hasta dar lugar al de los shelter shifters.

Un shelter shifter, o shiftant como se les conoce también (shifter + inhabitant), es una persona sin casa propia que encuentra alojamiento o espacio de trabajo ocupando viviendas y oficinas vacías de forma simétrica a sus propietarios. Con este sistema, los propietarios de una segunda vivienda pueden elegir cederla a un tercero para que la utilice y la cuide durante el tiempo en que ésta permanece vacía, y en períodos vacacionales intercambian su posición con el inquilino hestacional.

Este concepto no es del todo nuevo: seguro que a alguno le habrá parecido una versión consentida del modo de vida del personaje principal de la película Hierro 3, y también es evidente una cierta similitud con el intercambio vacacional de viviendas, del que lo diferencia un funcionamiento asimétrico (sólo una de las partes es propietaria) y extendido a todo el año.

Naturalmente los shelter shifters tienen su propio código de conducta. No sólo se comprometen a cuidar la casa y mantenerla, sino que intentan mantenerla en el mismo estado en el que les fue cedida, a veces hasta límites sorprendentes.  Su «silencioso» paso por la vivienda que usan sin dejar rastro les ha valido en la red el apodo de «sh-sh»  y hacen curiosas competiciones en las que se compara el antes y el después de una vivienda buscando la ausencia total de cambios. Algunos recurren al mapeado y guardado meticuloso de los objetos existentes y otros se limitan a convivir con ellos haciendo gala de un exquisito cuidado.

Además, de cara a tranquilizar a los propietarios, cuando un shelter shifter entra a formar parte de esta curiosa red de okupación consentida, queda inscrito con todos sus datos reales en un sistema de evaluación meritocrática similar al existente en otras redes, que a través de un sistema de valoraciones, testimonios y votaciones da un buen indicador de la fiabilidad de cada usuario. En cualquier caso, los «cambiadores de alojamiento» son generalmente personas solitarias o parejas de hábitos tranquilos y frugales que prefieren huir de las aglomeraciones y por tanto no les importa estar siempre en el «sitio indeseado», siempre que sea de forma gratuita o (según el acuerdo) por un alquiler irrisorio.

Independientemente de lo extraño que pudiera parecer este modo de vida, no carece de antecedentes en la mayoría de culturas, y su aporte simbólico y real es muy significativo en una cultura del exceso como la nuestra. Como comenta el sociólogo Bertrand Bargan:

Los shelter shifters proponen una forma muy específica de habitar, pero con enseñanzas muy globales que deberíamos tomar seriamente en consideración: no sólo por el cuidado y respeto que muestran, sino por la eficiencia que promueven en el uso de las edificaciones y por tanto del territorio. Un hábito de vida inusual pero radicalmente más sostenible que muchos de los actuales.

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