La donación activa

Donación activa

Cada vez que me aborda por la calle alguien para intentar convencerme de algo siento el mismo rechazo. En cuanto veo la camiseta corporativa y la carpeta, sé lo que va a pasar: Me van a pedir un minuto de mi tiempo (no cuela: todos sabemos que los minutos, como las cañas, nunca van solos), y me va a tocar tomar dos decisiones en cuestión de segundos, allí de pie, con el rugido de los coches de fondo y otras mil cosas en la cabeza:

Si pararme o no.
Si «comprar» o no.

Cuando se trata de una empresa o una iniciativa comercial, ambas decisiones están claras: Ni un segundo de mi tiempo, ni un euro de mi bolsillo. Para mí eso es publicidad invasiva de la más cañera, y además tengo por principio no comprar las cosas cuando me las ofrecen, sino cuando las necesito y decido buscarlas, compararlas, seleccionarlas y comprarlas. Ambas circunstancias rara vez coinciden. Así que no, gracias.

Sin embargo, cuando se trata de una ONG, me invaden sentimientos encontrados. Por un lado, incluso pese a lo incómodo del contexto, hay dos cosas que me incitan a escucharles: Un interés genuino por conocer sus actividades, y el ligero sentimiento de culpabilidad que sé que me invadirá si paso de largo. En este caso no es tan fácil negar y seguir adelante, algo se revuelve en mí y siento la necesidad de excusarme, decir que tengo prisa o algo así y huir. Y siendo honesto, rara vez tengo prisa, pero ¿qué otra cosa puedo decir? ¿»No, yo es que paso de ayudar»?

Si, ya sea por interés o por sentimiento de culpa, accedo a pararme y escuchar con la mejor disposición del mundo, invariablemente sé que llegará el momento de tomar otra decisión, más difícil y de mucho mayor impacto: Si apoyarles con mi dinero o no. Y en eso no lo ponen fácil; quieren tu compromiso firme. Y lo quieren ya.

La típica escena: Me aborda un entusiasta de una ONG, y me paro a escucharle, con la citada mezcla de culpabilidad e interés auténtico. Muy bien, muy bien. ¿Y puedo hacer una donación aislada? No, son cuotas mensuales, mínimo tanto, mínimo tantos meses. Es decir, que tengo que decidir en ese instante si quiero invertir un bocado de mi sueldo en esa iniciativa, durante varios meses, y sin poder plantearme si habría otra iniciativa a la querría donar esa cantidad, ya que no puedo permitirme contribuir con todas. Que cuando quiera, me puedo dar de baja, me dice. Yo pienso que claro, que me encantará llamar y decirles «Hola, ya no quiero ayudar al mundo. ¿Que por qué motivo? Tengo otras prioridades.». En fin, soy como soy y cedo pese a mis reticencias. Le doy mis datos, y me voy a casa. A cada paso que doy, me siento más y más manipulado, y cuando me llega el mail para confirmar la cuenta y comenzar a pagar, me paro a pensar. ¿Quién ha tomado esa decisión? ¿He sido YO, o han sido las circunstancias, las prisas, la culpabilidad, la presión?

Ese compromiso instantáneo no funciona, sencillamente. Debería sentirme bien al hacerlo, y no es así, para nada. He tomado una decisión sin apenas pensarla, sin conocer la iniciativa a la que apoyo más que por cuatro fotos y dos frases, y para colmo sintiendo que he violado mi derecho (y mi deber) a pensar conscientemente y decidir en consecuencia.

Hace casi exactamente un año me pasó exactamente eso, y me removió tanto que cancelé el compromiso y decidí acabar con el problema de raíz. He estado rumiando durante estos meses la manera de hacerlo, y he llegado a una conclusión: La única manera satisfactoria de donar, para mí, es hacerlo de forma activa, por propia iniciativa, haciendo un ejercicio consciente de selección y un acto completamente voluntario de apoyo. Quiero que cada donación sea un manifiesto, una declaración de principios, y ojalá pueda llegar a hacer lo mismo con todo mi dinero, con las compras y los ahorros.

De modo que me he comprometido a hacerlo, reservando una cantidad mensual como mi pequeña aportación a la esfera sociocultural.  No mucho, lo que pueda permitirme en cada momento; de momento un pequeño porcentaje de lo que gane, que espero poder ir aumentando.

Como no cuento los euros en maletines y además resulta que, para sorpresa de muchos, hay en el mundo infinidad de iniciativas valiosas, deseables e inspiradoras por las que apostar, cada mes elegiré una, y a ésa irá mi pequeño aporte, aparte de a otros proyectos que quiera apoyar de forma más continuada. Eso me obligará a estar más atento a lo positivo que me rodea y conocerlo a fondo. Además, para garantizarme a mí mismo que la elección ha sido consciente y voluntaria, haré intentaré hacer una entrada en este blog explicando qué es lo que valoro de esa iniciativa y por qué creo que merece la pena darle mi apoyo. De ese modo estaré contribuyendo a difundirla más allá del apoyo puntual, y abriendo la posibilidad de que más gente haga suya esta costumbre y se plantee hacer lo mismo.

Y por supuesto, seguiré escuchando a los que me quieran contar cualquier maravilloso proyecto por la calle, ya sin excusas ni prisas simuladas, pero también sin compromisos no deseados ni conflictos internos.

Desde hoy, me paso a la donación activa.

9 comentarios

Carabiru 23 noviembre 2013 Contestar

Me siento completamente identificada con lo que cuentas.
Yo me hice ¿socia? ¿donante? de Cruz roja en un viaje a Madrid hace un millón de años. Resulta que esta ONG en particular no fracciona la donación mensualmente, así que cada noviembre de golpe y porrazo salían de mi cuenta 40 euros. Durante años pude seguir haciéndolo, pero llegó un momento en que esos 40 euros eran mucho más de lo que me podía permitir así de golpe, así que llamé y pregunté si había posibilidad de fraccionar y, como seguían sin aceptarlo, tuve que pasar por el mal trago de decirles que en mi situación económica sintiéndolo mucho tenía que dejar de colaborar.
Y encima me sentí mal, como si le estuviera fallando al mundo.
Lo que te propones hacer es algo mucho más meditado, que requiere mucha más implicación, y creo que por ello tiene mucho más valor, en cuanto a solidaridad se refiere.

j_Ant_ 24 noviembre 2013 Contestar

A mí me pasó algo parecido este verano. Una chica de ACNUR me paró por la calle y no sabiendo muy bien como actuar, simplemente me detuve y esperé a que me contara todo lo que tenía que contarme. Me habló de los refugiados de la guerra de Siria, la desnutrición infantil, lo que valía una ración de comida de emergencia… Y al final acepté a dar una pequeña cuota mensual (10 euros). Y me fui a casa con el mismo sentimiento de manipulación/culpabilidad.

He seguido siendo socio desde entonces, y estoy seguro que esos 10 euros realmente sirven para ayudar a esta gente. Pero la sensación de sentirte en cierto modo violado al haberte «forzado» aludiendo a tus buenas intenciones sigue ahí. ¿Con qué cara iba a decirles que no? Son sólo 10 euros, me los iba a acabar gastando en cualquier otra tontería.

El caso es que he seguido manteniendome como socio, pero lo que has planteado de la donación activa me ha hecho reflexionar. Quizá haga algo parecido, lo tengo que pensar. Al final se trata de eso, de pensar y decidir lo que realmente quieres hacer.

Jorge 24 noviembre 2013 Contestar

Supongo que nos ha pasado a todos. Entiendo que tienen que hacer difusión, y también que una donación puntual no les permita mantener su trabajo como una periódica, pero esa manera de captar a la gente sin darle espacio para pensar y decidir no me parece afortunada.

El otro día me abordó un chico y le conté todo esto. Se quedó un poco descolocado pero lo entendió. El problema es que están tan preparados para captar a gente con «prisa» que empiezan a hacerte preguntas antes de que sepas de qué va, y para cuando te dejan a ti preguntar algo, ya se han tirado un buen rato metiéndote en una conversación absurda, dando vueltas al atajo.

Tengo que encontrar la manera de pararles al principio, decirles que tienen mi atención, que se ahorren la retórica y me cuenten de qué va, y avisarles de que no daré ningún dato ni decidiré nada en ese momento. Una vez aclarado eso, pueden contarme lo que quieran.

Alfonso S. Uzábal (@skotperez) 2 diciembre 2013 Contestar

Me parece una excelente aportación para salir de esas incómodas situaciones: una respuesta sincera y educada.

Durante un tiempo, intente hacer algo parecido con las ofertas de las compañías telefónicas, pero no me llevó a ningún sitio. En las ONGs, por muy diferentes que sean sus fines a los de una empresa, los objetivos cuando te paran son exactamtente los mismos. Y a nivel estratégico solo cambia una cosa: las empresas intentan convencerte de que darles tu dinero te hará mucho bien, y las ONGs que darles tu dinero, hará mucho bien a otros.

En cuanto a la donación activa mensual, ¿te lo planteas en términos monetarios o también con otro tipo de aportaciones? Como tiempo, un servicio…

Jorge 2 diciembre 2013 Contestar

Pues la verdad, no me lo había planteado en otros términos, y me parece una extensión muy interesante de la reflexión.

El detonante de esta reflexión fueron esos «asaltos» por la calle, y como ahí lo que te piden es dinero…

También da que pensar el hecho de que podrían pedir otro tipo de implicación, como tiempo o servicios, y los resultados podrían llegar a ser muy distintos.

En mi caso, ya aporto tiempo desinteresadamente a proyectos de distinto tipo, eso se me hace mucho más natural. Supongo que para hacerlo con el dinero necesitaba esta reflexión.

Joaquim 30 enero 2014 Contestar

A mi también me han parado algunas veces por la calle, y reconozco esas sensaciones que explicas. Se trata de encontrar un «método» y tomar la decisión de seguirlo para decidir cada cuando y con quién colaboras.
Quizá puede facilitarte el trabajo, si vistas de vez en cuando el blog de una amiga, en el que muchas veces explica o linka algunas ONGs que le parecen auténticas con lo que hacen.
Es: http://periodicobuenasnoticias.blogspot.com.es/
Gracias por compartir tu inquietud!
Suerte!

Jorge 30 enero 2014

Gracias por el comentario y por la referencia, Joaquim. Me miraré el blog que comentas.

mili 18 marzo 2014 Contestar

hola esto es para ayudar esque yo estoy muy necesita por favor tengo 4 nenes y necesito alimentos y pañales por favor

Jorge 25 mayo 2014

Hola, Mili. Lamento mucho tu situación. Creo que lo mejor que puedes hacer es dirigirte a alguna organización o centro de atención en tu ciudad, ellos te podrán ofrecer una ayuda más cercana.

Deja una respuesta