El software libre te importa, aunque aún no lo sepas

En un mundo en tecnificación precipitada, el software libre está pasando de ser una curiosidad a ser una reivindicación imprescindible para poder seguir luchando por los derechos humanos. Y sí, también te atañe a ti.

Tras mucho tiempo dándole vueltas y tratando de formarme un argumentario propio que pudiera compartir, he aprovechado el Día de la Libertad del Software para sentarme y tratar de explicar por qué. O, quizás, y no es un matiz trivial en un momento en el que el futuro parece estar más en juego que nunca, para qué.

¿Para qué es el software libre importante imprescindible?

Se ha hablado mucho de las bondades técnicas y prácticas del software libre. Con toda intención, en este post no voy a mencionar ninguna de ellas. Aunque son importantes, no creo que sean determinantes ni para su adopción ni para los efectos que pueda tener en el mundo. Pese a lo que algunos defienden (hola, movimiento open source), pienso y creo que la deseabilidad del software libre se basa ante todo en su aspecto ético, político y, si queréis, ideológico.

En mi post sobre infraestructuras libres ya explicaba de forma un poco más amplia algunas de las razones por las que usar y desarrollar herramientas libres es importante. Hoy voy a intentar hacer un resumen más directo y centrado en el software, y espero poder ir enriqueciéndolo poco a poco con evidencia tangible y ejemplos concretos.

Vamos allá:

Por autonomía: para que puedas seguir haciendo lo que haces.

Si el software que usas no es libre, nunca será tuyo, aunque creas que lo es porque lo tienes instalado en «tu» ordenador. El control que tienes sobre él es una ilusión: sigue dependiendo exclusivamente de su propietario, generalmente la empresa o entidad que lo desarrolla.

Y hay cada vez más ejemplos de que, por ello, algún día te encontrarás con que no puedes seguir haciendo con él lo que haces ahora. Puede que empiecen a cobrar algo que no te puedas permitir. Puede que dejen de incluir funciones que necesitas o, incluso, que abandonen completamente el desarrollo y te dejen tirado. Puede que, por cuestiones económicas o políticas, decidan censurar la forma en que lo usas, o directamente impedirte (a ti, o a todo un país) usarlo.

Eso no pasa con el software libre. En el peor de los casos, puede surgir otra empresa, grupo o persona que tome el código existente y siga desarrollándolo según sus principios y necesidades. En situaciones de represión, por ejemplo, es lo que garantizará que un colectivo pueda hacer su vida o un grupo activista pueda seguir actuando.

El software libre es el único que estará ahí para ti cuando más lo necesites.

Por adaptabilidad: para que, necesites lo que necesites, puedas conseguirlo.

Ante la diversidad inabarcable y apabullante del mundo en que vivimos, es completamente imposible que una herramienta funcione para todos los casos y para todas las personas.

La libertad de modificar el software lo hace adaptable a cualquier necesidad o intención. Es lo que permite que un profesional pueda trabajar según sus propios métodos, y no los que le imponga la industria, o que una universidad pueda explorar funcionalidades o aplicaciones. Es lo que ayuda a que las herramientas se adapten ergonómicamente a la diversidad funcional de nuestros cuerpos. Es lo que hace que alguien pueda atravesar técnicas, miradas o disciplinas y hacer cosas nunca antes imaginadas.

El software libre nos permite vivir a nuestra manera.

Por empoderamiento: para que tú, y tú, y tú, podáis también formar parte de la civilización.

El software libre aúpa a los pequeños a hombros de gigantes. Hace que cualquier persona con las capacidades necesarias pueda aprovechar todos los avances previos. Hace, incluso, que personas sin las capacidades necesarias puedan obtenerlas. Permite que una comunidad sin recursos pueda usar una herramienta enormemente potente para sus actividades. Facilita que un pequeño desarrollador lance una herramienta revolucionaria basada en un software preexistente. Favorece la creación de alternativas y variantes, y disuelve los monopolios.

El software libre distribuye el poder de hacer grandes y pequeñas cosas.

Por igualdad de oportunidades: para que, seas como seas, puedas hacer lo que quieras.

La «libertad de uso» que garantiza el software libre no es algo secundario. Contribuye a que una persona del colectivo LGTBIQ+ pueda comunicarse sin ser reprimida o acosada. Que una mujer, o cualquier género al que la sociedad esté dejando en desventaja, pueda ejercer sus derechos en igualdad. Que una persona migrante, o de una raza cualquiera, pueda participar de la vida social como cualquier otra. Que una minoría amenazada pueda defenderse y seguir con su vida.

El software libre abre puertas en los muros sociales y culturales.

Por igualdad de oportunidades (bis): para que, tengas lo que tengas, puedas hacer lo que quieras.

Sí, aunque «software libre» no es lo mismo que «software gratuito», su acción sobre la economía sigue siendo fundamental. El software libre facilita el acceso al código de forma independiente a cualquier modelo de negocio. Esto lo hace accesible a cualquiera independientemente de su capacidad económica.

Es un mundo donde el poder económico es uno de los factores más determinantes para el desarrollo de personas y sociedades enteras, esto es una de las apuestas más radicales que el software puede hacer por la justicia social. Es lo que facilitará que un adolescente amateur llegue a ser un profesional reconocido. O que una mujer de una comunidad sin recursos en un rincón olvidado del mundo pueda trabajar, contribuir y prosperar.

Explora, además, otras formas de economía desde la generosidad y la abundancia, cuestionando la base misma del «sistema». Quizás algún día, en parte gracias a décadas de exploración desde la comunidad del software libre, podamos dedicarnos a hacer lo que queremos en lugar de lo que necesitamos hacer para vivir.

El software libre disuelve las barreras que nos impone la economía.

Por transparencia: para que sepas lo que te están haciendo mientas tú haces lo tuyo.

En un tiempo en el que se está haciendo evidente que el uso de algoritmos secretos y la manipulación de datos personales amenazan la seguridad y la privacidad de las personas, sólo se puede estar seguro de que un software no tendrá comportamientos malintencionados (espiar, mandar datos, instalar otro software, usar nuestro ordenador para otras cosas, manipular elecciones, suplantar nuestra identidad, etc.) si podemos inspeccionarlo entre todos y comprobar que hace lo que dice. No nos salvarán los antivirus; ni siquiera las leyes:

El software libre es la defensa más efectiva contra el malware.

Por solidaridad: para que aprenda(mo)s mejores formas de colaborar y convivir.

El software libre no solo es, paradójicamente, el único capaz de aproximarse al mito liberal de la «libre competencia», sino que hace efectiva la utopía de una sociedad basada en la ayuda mutua.

Su desarrollo es un ejercicio constante de colaboración y cooperación. La participación en sus comunidades nos expone a una práctica diaria de la comunicación, el respeto y la inclusividad. Nos confronta con nuestras contradicciones e incapacidades como personas y como sociedad. Permite a las personas dar lo mejor de sí mismas, y les empuja a ser aún mejores.

El software libre es una plataforma para el desarrollo personal y social.

¿Puede el software libre cambiar el mundo?

«Vale», dirás. «Pero todo esto que dices está en un sub-mundillo friki que la mayoría de la gente ni conoce ni quiere conocer. Hay problemas mucho más graves que resolver en el mundo.»

Bien, he aquí el espíritu de nuestros tiempos: todo, casi todo lo que se mueve en este mundo, está y va a estar cada vez más penetrado, mediado y controlado por el software.

Sin apenas darnos cuenta, nos hemos ido convirtiendo más y más en cyborg, organismos biológicos con capacidades complementadas o aumentadas por la tecnología. Quizás no te hayas parado a pensar cuánto de lo que haces depende, directa o indirectamente, de algún tipo de software. Te invito a que, durante un solo día, te fijes en lo que haces, o pienses en todo lo que te importa, y trates de identificar gracias a qué tipo de tecnología está funcionando. Te puedes sorprender.

El acceso a un servicio público, o el cruce de una frontera. La salud, y la sanidad. La comunicación con tus seres queridos. La acción judicial. La producción industrial, o agrícola, o cultural. La gestión de recursos clave como el agua o la energía. Tu coche, o el sistema de transporte público. Lo más íntimo de tu hogar. La educación de tus hijos. ¿Hace falta que siga?

La esfera del software afecta a todas las demás. Con una mezcla de seduccionismo pro-tecnológico (la promesa de que cada nueva tecnología nos arreglará la vida) y de conquista imperceptible pero inexorable (el hecho de que, además, nos está quitando nuestros derechos), el software lo atraviesa todo. Es, a día de hoy, una cuestión de derechos humanos.

¿Puede el software libre cambiar el mundo? Solo, no. Sigue siendo un subconjunto de la cultura libre, que apuesta por extender estos principios a todo lo que la humanidad crea. Y ésta es, a su vez, un subconjunto de todas las causas por las que hoy día merece la pena luchar. Cada cual, que elija las suyas.

¿Y a mí, qué?

A ti, tu parte. «Bueno, bueno», pensarás. «No me mires a mí, que esas movidas del software me suenan a chino. ¿Por qué debería hacer algo al respecto? ¿Qué iba a poder aportar yo?».

La respuesta es más sencilla de lo que parece: lo que quieras y puedas. Solamente ten presente que el software libre es una de las pocas cosas que se interponen realmente entre tu presente confortable y una distopía de base tecnológica que ya se está construyendo, y que puede superar cualquier cosa que haya imaginado la ciencia ficción.

Esto no es una declamación catastrofista, es una llamada a que prestes atención a algo que usas, de lo que dependes y que te llevas hasta al baño cada día. Algo tan importante, y tan urgente, como el medio ambiente, la soberanía alimentaria, o la justicia social, porque las atraviesa a todas ellas. Y más relevante a cada momento que pasa.

Del mismo modo en que intentas comer alimentos más sanos o sostenibles, reducir el uso de plásticos, manifestarte por nuestros derechos o cambiar tu medio de transporte habitual, hay algo que puede mejorar tu vida digital y, de paso, ayudar a hacer del mundo un lugar mejor.

Se llama software libre. Búscalo y conócelo un poco más. Úsalo cuando y donde puedas. Eso ya es un buen primer paso en el camino, y muchos estamos aquí para acompañarte.

3 comentarios

Carabiru 21 septiembre 2019 Contestar

Qué buen artículo, te deja pensando en un montón de cosas.

Laura E. 21 septiembre 2019

Muy interesante artículo!

Deja una respuesta