Descubriendo la triformación social

Hoy, saliéndome un poco de mi contexto habitual, he asistido a una charla del Triform Institute y he descubierto un modelo conceptual muy interesante, utilizable tanto para explicar y diagnosticar la realidad como para actuar sobre ella, y que en cierto modo parece capaz de dar cabida a muchas de las inquietudes e intuiciones que llevo notando en mí y a mi alrededor últimamente, desde el movimiento del 15M hasta mi propio interés por la cultura abierta o las nuevas formas de trabajo.

Se llama triformación social, y su definición gráfica sería algo parecido a la siguiente imagen (interpretación personal):

Según el modelo de la triformación social, la actividad humana se podría dividir según tres ámbitos principales: lo cultural, lo jurídico-político y lo económico; tres ámbitos que aunque superpuestos en cada persona y en la sociedad, son diferentes y han de regirse cada uno por sus propias leyes, y a los que pueden aplicarse tres conocidos principios que la Revolución Francesa planteó con acierto pero falló en implementar: libertad, igualdad y fraternidad. Todo ello teniendo al individuo, la persona, como agente fundamental y activo en la transformación (que no cambio) y desarrollo (que no crecimiento) de la humanidad.

Con eso quedaría enunciado el modelo de la triformación de forma relativamente sencilla… aunque la dificultad de aplicación a gran escala sea inversamente proporcional a la sencillez de planteamiento.

Intuitivamente, y antes siquiera de entrar a estudiarlo, ya suena bastante razonable, aunque algunas asociaciones nos pudieran parecer raras (¿economía y fraternidad?) y en general uno no vea por dónde comenzar a aplicarlo. Para mí el indicio más claro de su acierto es la capacidad de diagnóstico que muestra si lo leemos en sentido opuesto: ¿qué pasa si aplicamos cada uno de los principios que propone al ámbito que no le corresponde? Entonces el modelo se convierte en un muestrario de patologías sociales que podremos reconocer sin problemas a nuestro alrededor.

¿Os suenan lemas tan contemporáneos como «La cultura no se vende» o «No somos mercancía en manos de políticos y banqueros»? No son más que el síntoma de rechazo a un sistema que aplica los principios de la economía a la gestión de lo cultural o lo jurídico-político, respectivamente.

Y no voy a seguir dando ejemplos, solamente os sugiero que intentéis aplicar a vuestro contexto, vuestro campo de trabajo o vuestros intereses distintas combinaciones de los principios y ámbitos arriba representados, y veáis si reconocéis algún síntoma a vuestro alrededor. El resto, lo dejo a vuestra imaginación.

Luego podéis intentar hacer lo más difícil y emocionante de todo: aplicarlo en sentido positivo.

Probablemente  observéis que la igualdad en lo jurídico-político es algo que casi damos por supuesto hoy día como algo deseable; que la libertad en lo cultural es una batalla que aún es necesario ganar pero que se está luchando (¿os suena el tema de la cultura abierta, Creative Commons, el open source…?); y que la fraternidad en lo económico está apenas despuntando, pero con mucha fuerza, en nuevos modelos de financiación colectiva, organizaciones empresariales colaborativas, emprendizaje social, nuevas formas de entender la banca y hasta «monedas» o sistemas económicos completos propuestos como alternativa.

De momento y para mí, indicios suficientes como para pensar que este modelo puede ser digno de estudio, confrontarlo con algunas ideas propias y ver qué puede aportar a mi forma de entender el mundo.

2 comentarios

estersensehac 3 noviembre 2011 Contestar

Hola Jorge, leyendo tu post me he acordado de algo que leí en las indias.info hace tiempo, decía que si el siglo XIX fue el de la fraternidad y el XX el de la igualdad, el XXI sería el de la fraternidad. Lo he buscado y resulta que lo dijo un Papa.. Al buscarlo he repasado algunos artículos suyos que ya tenía sobre estos tres principios y cómo ellos los manejan para definir su comunidad empresarial, resulta interesante cómo se centran sobretodo en explicar la fraternidad y que en este modelo se vincule a la economía que es lo que ellos tratan de «reinventar», la igualdad y la libertad son los matices que hacen que se pueda funcionar de modo fraterno económicamente. Igualdad para tomar decisiones y libertad para salirte en buenas condiciones para empezar otro proyecto en el que estés mejor si este no te apaña del todo (tienen mucho escrito sobre esto).
Es un modelo muy interesante para pensar desde él una comunidad económica, y no sé si les leo demasiado, pero creo que ahí está el fallo (por decirlo de algún modo) de este modelo: en el centro no habría un individuo sino una comunidad que se pone de acuerdo en qué son iguales sus miembros, qué libertades tienen y cómo se gestionan económicamente.
Por decirlo de otro modo, en las revoluciones se habla de derechos universales, y yo cada vez pienso más en hablar de derechos/deberes, es decir responsabilidades, y en que estos no pueden ser universales sino internos a una comunidad y acordados por los miembros que son libres de elegir si participar o no. (Al escribirlo me parece que entonces la libertad queda como derecho principal último y no sé si es conceptualmente correcto ;)
En fin, que me ha gustado tu post y me ha servido para visualizar algo que llevaba pensando hace un tiempo.
Interesante junto con el otro post para pensar en democracia económica.

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