Hace ya cerca de 13 años un amigo me regaló un CD donde él mismo había grabado una versión de GNU/Linux. Me lo puso en la mano con un guiño y un «pruébalo». Sin apenas indicaciones. Lo metí en el lector de mi ordenador, dejé que se iniciara y, sin mirar atrás, instalé en mi vida una nueva forma de ver el mundo.
En el tiempo transcurrido desde entonces he ido pasando de ser un simple usuario curioso a empezar a contribuir (lo poco que puedo) al desarrollo de herramientas libres. Y en ese camino he tenido que aprender infinidad de cosas, desde las más triviales hasta las que conectan con las grandes preguntas de la humanidad. No ha sido un camino solitario: multitud de personas me han compartido sus consejos, debates e inquietudes desde blogs, chats y foros, esos espacios de internet donde aún se construye. Pero nadie me acompañó demasiado tiempo, ni me dio una hoja de ruta, ni me contó qué había más allá de la siguiente encrucijada.
Hoy, echando la vista atrás (qué viejo me hace sonar eso), siento que he hecho muy poco por compartir mi experiencia y ayudar a otras personas a iniciar un camino similar. Quizás por pensar que me faltaban conocimientos técnicos, por no querer dar demasiado la tabarra por mis redes con el tema, o por pensar que me estrellaría contra un muro de indiferencia. Cualquiera que fuera la razón, creo que ha llegado el momento de cambiar de actitud y pasar a la acción.
El software libre es uno de los principales frentes de transformación social, cultural y económica en un mundo cada vez más influido y controlado por el ámbito de «lo digital». Sé que muchas personas están lejos de haberse planteado esto, o se lo han planteado pero no ven por dónde empezar.
Si estás entre ellas, me gustaría transmitirte que, igual que la comida no es solamente cosa de los cocineros, el software libre no es cosa de programadores. También es cosa mía, y tuya. Que, igual que nos preocupamos de comer de forma más sana y sostenible, la «dieta» digital va a ser cada vez más importante en nuestras vidas. Y no queremos dejar esa parte de éstas fuera de nuestro control.
Y que, además, usar software libre no es necesariamente más complicado que no hacerlo. Si mis padres, que se pelean con cada «clic» y cada botón, están usando Linux y otro software libre casi al 100% en su día a día sin problemas (con menos problemas que antes, en realidad), creo que puedo ayudar a muchas otras personas a hacer lo mismo. Estoy convencido de que el 90% de las personas que conozco podría estar usando software libre el 90% del tiempo, y creo que es hora de ayudar a que eso pueda a suceder.
Llegados a este punto, me pregunto: ¿Cómo puedo aligerar el esfuerzo que supone la comprensión de nuevos conceptos y la búsqueda de informaciones dispersas? ¿Y si la mejor ayuda fuera un acompañamiento continuado y cercano? ¿Y si pudiera «apadrinar a principiantes» y guiarles mientras se adentran en una nueva mirada a su vida digital?
Mi reto, mi ofrecimiento
Así que ese es uno de mis objetivos para este año: Me gustaría ayudar a otras personas a entender, explorar y adoptar herramientas de software libre en su día a día. Desde cambiar un simple programa por otro hasta mudar de sistema operativo y, por ejemplo, descubrir Linux. Desde buscar la forma de resolver un problema hasta conocer los entresijos del mundillo, ver en directo cómo funcionan proyectos de software libre e incluso participar en su creación.
¿Y por qué te puedo ayudar? Porque no soy un experto, sino un usuario como tú. Porque me he tropezado con todas las piedras y aprendido de forma autodidacta. Porque parte de mi trabajo profesional es facilitar herramientas y metodologías a las personas y las organizaciones, y sé algo sobre eso. Y, sobre todo, porque creo que el software libre es necesario para que el futuro sea todo lo bueno que puede ser, lo más lejos posible de las distopías que a veces deja entrever.
Sin embargo, en los últimos años he aprendido algo muy importante, y es que no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado.
Así que, en lugar de dar a todo el mundo la brasa compartiendo continuamente enlaces y referencias sobre el tema (cosa que no prometo no hacer, por otro lado) te lanzo otro tipo de invitación:
Te animo a unirte a la iniciativa #LibreMentor.
7 comentarios
Ok Jorge, como además sé que en algo tengo que ver con esto, si o si me apunto. Tú dirás, ¿por dónde empezamos?
¡Genial! Vas a ser sujeto de pruebas :P
Te mando un mensaje y comenzamos.
Pues la verdad es que tienes razón: mis mayores éxitos implantado soft libre ha sido en entornos cercanos como familiares, amigos con bastante contacto que han podido preguntarme y contarme que cosas querían o necesitaban hacer.
Por otro lado he asistido a talleres con hora de inicio y hora de finalización pero sin una continuidad que al final concluían con un «otro taller más».
También tengo que decir que he tenido algún fracaso incluso con seguimiento, pero supongo que es normal.
¡Gracias por el comentario! Espero que el «acompañamiento» funcione. Para mí, el hecho de que otra persona termine sabiendo qué es el software libre y usando un poco más que antes ya es un éxito relativo. Creo que muy pocos (yo, desde luego, no) pueden decir que usan 100% software libre. Quitarse esa presión puede ayudar a disfrutar del camino y vivir cada pequeño paso como una victoria.
Querido Jorge
Me anoto!! Será un placer dar el salto de la mano de quién he comprobado su gran pasión y conocimiento del tema.
¡Genial, Guille! Te contacto por privado y vamos hablando.